viernes, 26 de septiembre de 2008

Oxapampa










Iba por la selva, cansada por siete horas de viaje. Lo que veía me tenía fascinada: montañas llenas de árboles, todo verde. De pronto, vi una casa que parecía sacada de una postal alemana y me sorprendí ¿serían las horas de estar en el carro que me hacían alucinar? Pero cada vez eran más y más construcciones de ese estilo . Parecían casas de muñecas: estábamos en Oxapampa.

Apenas bajé del auto, me sorprendió mucho la amabilidad de la gente. Todos se preocupaban por ver cómo estaba, te contaban historias de del lugar y eran muy atentos con los visitantes.

Conversando con una lugareña, terminé haciéndome su amiga. Se llamaba Rosalyn Gonzales. Ella me invitó a pasar a su casa. Ahí conocí a su familia. Sus papás eran muy simpáticos, se dedicaban al tallado en madera. Luego Rosa me contó: “Es que es hermoso vivir rodeado de la naturaleza: me encanta escuchar el canto de los pajaritos, es más, aquí tienes mucho que conocer día a día. A mi me encanta cultivar orquídeas: son muy lindas y exóticas, de diversos colores, formas y variedades. Las encuentras en medio de la selva, de árboles que rodean los cerros. Cuando vas de caminata, observas a las aves y los animales que huyen cuando te ven o te sienten cerca.


En Oxapampa, se encuentra el Parque Nacional Yanachaga Chemillen, que cuenta con una gran biodiversidad de flora y fauna de la zona y los árboles maderables que son patrimonio natural de nuestra zona. A mí me encanta la naturaleza y me gusta pintarla y dibujarla: me encanta el arte.”

Visité todo lo que pude: la fábrica de quesos, la pampa, la Catarata del Tigre, la iglesia...En todos había algo nuevo y de igual forma me recibieron alegres y conversadores. ¡Qué lindo es Perú! Me encantaría regresar.




Maite Bustamante

Chicago: una ciudad para descubrir




Le dicen la ciudad del viento, por razones muy obvias. Chicago es la tercera ciudad con mayor población de Estados Unidos (luego de Nueva York y Los Angeles). Está ubicada a orillas del lago Michigan y en el estado de Illinois.

Chicago ofrece una gran variedad de atracciones turísticas para todos los intereses. Por el lado cultural, se puede visitar el Museum Campus que incluye el Shedd Aquarium, el Addler Planetarium, el Field Museum of Natural History, el Instituto de Arte de Chicago entre otros.

El Shedd Aquarium fue considerado en su momento el acuario más grande del mundo, ya que éste posee 19 millones de litros de agua. Está dividido en 5 exhibiciones principales.
‘Oceanarium’, la más grande, donde podemos observar varias de las especies de cetáceos, además de otras especies marinas como pingüinos, castores, etc. ‘Wild Reef’, con diferentes tipos de tiburones en acción. En tercer, el ‘Amazon Rising’, exhibición en la cual podemos observar diferentes tipos de reptiles y otras especies amazónicas. En cuarto lugar: ‘Waters of the World’ con las especies de 90 hábitats acuáticos diferentes. En último lugar la más pequeña: ‘Caribbean Reef’ que nos permite dar un corto viaje de 360º a una comunidad acuática.

El Addler Planetarium cuenta con
NAVY PIER
varias muestras de expediciones espaciales. Posee una amplia colección de instrumentos espaciales antiguos, al igual que libros que están considerados entre los más finos del mundo.
Por otro lado, está el Navy Pier, un muelle de un poco más de un kilómetro de longitud que da al lago Michigan. Tiene varios usos. Posee una rueda de 46 metros de altura, un cine IMAX, el teatro de Shakespeare de Chicago, el Chicago Children's Museum y el Smith Museum of Stained Glass Windows, entre otros.

En el área del deporte, Chicago no se queda atrás. En el básquet, están los Chicago Bulls, los Bears en el fútbol americanos, los Cubs en el béisbol.

Las distancias son relativamente grandes a las que vemos aquí. Si en un mapa ves que la distancia entre dos puntos de la ciudad es de unas pocas cuadras, piénsalo dos veces antes de decidir caminar. Generalmente lo que es representado en los mapas como un par de cuadras, es en realidad unas diez.

Chicago es una ciudad que vale la pena conocer, con rascacielos y muelles. Con museos y acuarios, planetarios y hasta estadios.



Natalia Vereau



viernes, 5 de septiembre de 2008

Un recorrido excepcional


Nos despertaron muy temprano, a las 5:30. un rápido forcejeo con la cama para levantarnos, un ligero desayuno. En la puerta del hotel nos esperaba nuestro transporte. Del lado del copiloto bajó Lucía, quien sería nuestra guía durante el viaje al famoso pueblo de Chivay, hogar de uno de los cañones más grandes del mundo El Colca.

Comenzaron las cuatro horas de recorrido. Mientras varios dormían, yo me imaginaba cómo sería el lugar del que tanto me habían hablado... No creímos que durante el camino veríamos algo tan genial. Una vez que llegamos al mirador ubicado en el punto más alto, nuestras expectativas se superaron. Teníamos una vista perfecta del valle, y de la cima del cañón.


El paisaje nos dejó boquiabiertos, se veía claramente cómo a nuestra derecha el cañón era muy bajo, mientras que a la izquierda crecía hasta llegar a los 3500 metros por encima del río. Ya en este punto, podíamos ver las pequeñas chozas de pobladores alrededor del cañón, intimidadas por las construcciones de ladrillos que abrumaban la pequeña plaza.


Una vez hospedados en el pueblo pudimos comprobar que verdaderamente, la tradición de hospitalidad y de unidad seguía vigente en el corazón de cada uno de los lugareños. En la noche, la plaza se vistió con inmensas alfombras florales que representaban diferentes símbolos religiosos, pero mejor que eso, fue ver la cara de cada uno de los participantes, quienes en familia, se enorgullecían por su ciudad


Hans Frech

África: la visión de un turista



Sucia, desordenada la capital de Kenya, Nairobi. Llegamos en la madrugada tras un vuelo de catorce horas. Se notaba que la ciudad era pobre, conformada por casas hechas de cartón y las pistas mal mantenidas. Había publicidades de marcas desconocidas, edificios de colores oscuros, y tiendas que vendían ropa de marcas desconocidas. Las personas tenían un color de piel, para mí nunca antes visto: negro intenso, algunas personas tenían un tono medio azulado. Nos desanimamos al ver que el clima de la capital (sumado a la polución) estaba nublado. Cuando alguien piensa en África, piensa en un intenso sol y una interminable sabana. Pero esto era todo lo contrario.


Llegamos a un hotel decente, donde comimos un desayuno similar al que estamos acostumbrados: tostadas, huevo, tocino, salchichas, etc. Estábamos descansando en el cuarto cuando nos informaron que nuestro guía de safari había llegado. Bajamos corriendo. Había una Land Rover descapotable estacionada y al costado un hombre altísimo, negro, que vestía una túnica rojo sangre. Tenía unas orejas alargadas por la cantidad de pesados aretes que colgaban de ellas. Luego, entendimos que James, el guía, pertenecía a la tribu Masai.

Poco a poco, la ciudad fue reemplazada por un amplio paisaje de sabana, aunque todavía estaba nublado. Tomamos una carretera gastada. Ya se podía sentir el calor en el aire; a las 12 el calor era sofocante, y el sol iluminaba la pradera, descubriendo a lo lejos, pequeñas formas con la cabeza hacia abajo, que parecían comer. Eran gacelas, que agachaban su cuello para comer el pasto. Esos animales no te pierden de vista. Una vez que saben que estás ahí, no te dejan de mirar, de reojo, te vigilan constantemente. Poco tiempo pasó y vimos cebras, jirafas, elefantes, hienas, antílopes...

Cuando pasábamos en carro por las calles de algún pueblo, los niños nos saludaban, y algunos corrían al costado del carro hasta que se cansaban. Para ellos era todo un evento que estuviéramos ahí, para nosotros también. No sé por qué necesitaban lapiceros, es ahí cuando entendí que algo que para mí es tan insignificante, para ellos podía ser mucho más.


Me pareció muy interesante cómo un solo lugar podía mezclar dos realidades: una de excepcional biodiversidad animal y amplios recursos naturales; otra de pobreza, con una población ignorada y olvidada por el resto del mundo. Cuando pensamos en África, no sólo deberíamos pensar en un lindo safari, sino en toda una realidad a la que tenemos que hacerle caso, para ayudar a recuperar algo del tiempo perdido en el que esta región del mundo ha estado sin apoyo.

Philippe d´Auriol